III
El Dragón alado aprieta mi cuello
susura conjuros de azufre.
Chinaz-ka
Coheult
Ock.
Ahora mis manos son sus garras
y mis ojos ven el mundo agudo y amarillo.
Escucho mis latidos como golpes de máquina.
El aire sabe a carbón.
Mi sangre arde en mis extremidades.
Quema, quema, quema.
Ahora mis manos son sus garras
y mis ojos ven el mundo agudo y amarillo.
........................................................................................................................
A veces la poesía se vuelve algo más fuerte que la intención propia. A veces parece que el poema desea existir con gritos antiguos del ADN. La verdad es que este poema me gusta y deseo hacer una tanta sobre nuestro dragón alado y algunos otros. Ojala les guste también para que lo compartan en sus redes sociales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario